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Sobrarbe cuidadora de las emociones
Habilidades sociales y comunicativas: La escucha activa
¿Cuándo ha sido la última vez que te has sentido escuchado? ¿Cuándo ha sido la última vez que has escuchado de verdad?
¿Por qué es importante?
Practicar la escucha en nuestras relaciones sociales aporta establecer un vínculo seguro, que se basa en mantener el equilibrio de las necesidades de uno y otro, poder expresar las emociones libremente y establecer una relación afectiva sana. 
Escuchar no es una tarea fácil y permite al otro el poder expresarse libremente, sin prisas. Requiere varias habilidades; la empatía, la sensibilidad, la atención, el esfuerzo y el estar presente.
Para eso hay que tener varias cosas en cuenta, mirar a los ojos, no pensar en lo que queremos decir, evitar interrumpir, no desconectar y pensar en nuestras cosas
.
Un aspecto importante también es aguantar el silencio, ya que a pesar de que suele resultar socialmente incómodo, el silencio ayuda a la otra persona a elaborar y ordenar su discurso, y sin prisa, poder expresar sus ideas. Aunque creas que hay silencio, dentro de la cabeza hay discurso elaborándose. 
Otro asunto es saber mantener el discurso del otro sin implicarse emocionalmente en exceso, escuchando, sin dar opiniones propias, sin hacer juicios de valor, sin contar experiencias propias, dando el espacio y el tiempo al otro para que pueda explayarse.
Algo aparentemente tan simple, suele carecer en las relaciones sociales, en los núcleos familiares, en las amistades, en las relaciones de pareja
La escucha activa implica un esfuerzo consciente, es un regalo hacia la otra persona, es una muestra de afecto y de interés muy importante. 
La escucha activa tiene un poder curativo, a veces cuando vemos a alguien que está pasando una dificultad, un duelo, una ruptura, una experiencia traumática, consideramos, con la mejor de nuestras intenciones, que lo mejor es distraerle, hablarle de otras cosas, o cambiar su discurso si saca el tema. Pues en la mayoría de los casos eso invalida el dolor del otro, y hace que no lo pueda sacar. A veces, la mejor ayuda es solo escuchar, sin decir nada. Dejar al otro que pueda expresar sus emociones, por duras que resulten de escuchar y no decir absolutamente nada, solo escuchar y estar presente.
Puede que la tendencia sea hablar de nosotros y tiene una razón lógica, puesto que hablar de uno mismo provoca placer y bienestar, también puede ser por querer despertar interés o aprobación en el otro.
A veces puede que no escuchar activamente venga de una falta de gestión emocional propia con el discurso del otro, y entonces se evita profundizar.
Para una buena escucha necesitamos:
- Mantener el contacto ocular.
- Asentir para hacer saber al otro que se está presente en la conversación.
- Escuchar sin juicio.
- Frenar las ganas de dar consejos o explicar en demasía experiencias propias.
- Soportar los silencios de la persona mientras habla.
- Intentar no interrumpir el discurso.
- Reflejar y compartir los sentimientos.
- Mantener una actitud compasiva.
